lunes, 1 de septiembre de 1980

Psicofonías, nuevas técnicas de experimentación

Artículo escrito por Sinesio Darnell para la revista Karma-7, número 94, septiembre de 1980.

Víctor Estrada


PSICOFONÍAS, NUEVAS TÉCNICAS DE EXPERIMENTACIÓN

Cuando se encontraba ya en imprenta lo que iba a ser el libro dedicado a la temática general de las Psicofonías, VOCES SIN ROSTRO (1), en el cual recopilaba los resultados y conclusiones de varios años de trabajo, sobre este apasionante tema, surgió de un modo esporádico el hecho de tener que dar un nuevo viraje a las investigaciones que se venían realizando.


Quizás uno de los puntos más importantes a aclarar con referencia a las «inclusiones», era, el de si realmente la presencia física del experimentador se hacía imprescindible para que la psicofonía fuera positiva. Algunos autores afirman rotundamente que tal presencia es imprescindible, para obtener el esperado fenómeno de la grabación paranormal. Otros por el contrario aseguran que no es necesaria la presencia del experimentador.

La necesidad de aclarar esta «incógnita» puesta en entredicho, reclamó mi atención, y así empecé a dar forma al modo y sistema de realizar una serie de pruebas que dentro de lo posible, me dieran una luz sobre el problema. El sistema indudablemente debería ofrecer ciertas garantías y estar al alcance de todos.

El realizar tal serie de experiencias no presenta ninguna complicación, puesto que en realidad sólo se trata de disponer de un reloj-contador, como los empleados para la puesta en marcha y paro de iluminación de escaparates, puesta en marcha de televisores, etc., etc. Un compañero (2) de R.T.V.E. me proporcionó dicho aparato. Dicho instrumento me permite, a la hora que yo prefijo, poner en marcha la grabadora durante un espacio de tiempo que puede oscilar de horas a minutos; por término medio empleo tiempos de 15 minutos, transcurridos los cuales el cassette se desconecta.

El primer ensayo fue realmente elemental. Dejé la grabadora con las teclas de «grabar» pulsadas, y a la hora elegida (cuatro de la mañana) el reloj-contador cerró el circuito poniéndose por lo tanto en marcha la cinta.

La primera experiencia fue positiva. A los doce minutos de haberse iniciado la grabación —en este caso escucharla— pude oír perfectamente la «inclusión». Quisiera aclarar que la experiencia se realizaba al otro extremo de la casa, en una habitación perfectamente cerrada, y a la hora indicada el silencio prácticamente es absoluto, ya que habitualmente a las cuatro de la mañana todo el mundo duerme. Pues bien, al día siguiente de la primera prueba, al llegar a casa a las tres del mediodía, después de cumplir con mi jornada laboral, rebobiné la cinta que había «funcionado» durante la noche, y a los doce minutos —repito— dejóse oír con toda claridad una voz, que me llamaba por mi nombre propio. Añadiré como nota curiosa, que cuando psicofónicamente me «mencionan» siempre lo hacen por mi nombre de pila, nunca hasta la fecha lo han hecho por mi apellido.

En un principio me sentí satisfecho por el resultado obtenido, pero no tardé en darme cuenta de que la experiencia no reunía ni mucho menos, un mínimo de condiciones técnicas que ofrecieran ciertas garantías.

PRIMERO: Por el hecho de que había trabajado con micrófono sin aislar acústicamente, podía caber la remota posibilidad de que algún miembro de mi familia, precisamente durante esos quince minutos me hubiera llamado, sin yo oírle. A lo largo de este primer ensayo, aparecen otros murmullos no identificables que podían haber sido causados por algún vecino trasnochador. Este hecho no es muy probable, ya que mis convecinos son personas de avanzada edad, que se retiran a dormir temprano y que ni mucho menos salen de noche.

SEGUNDO: La prueba era ciega, esto es, la contestación era esporádica no teniendo ninguna relación con un formulario preestablecido. No es por lo tanto una contestación inteligente.

TERCERO: Pese a realizarse la prueba en un piso grande y estar colocado el equipo de grabación en el otro extremo de la casa, la distancia entre mi dormitorio y el lugar de la experiencia no es superior a 19 metros en línea recta.

CUARTO: La cinta empleada, si bien había sido sometida al «desmagnetizador», no había sido escuchada en amplificador antes del ensayo, por lo que no se podía garantizar la ausencia de algún «residuo» anterior.

Cuatro puntos básicos que indudablemente había que corregir y controlar lo más estrictamente posible, para que las experiencias realizadas por automatismo, ofrecieran en lo posible un mínimo de garantía.

El primer punto, quedó fácilmente resuelto llevando el micrófono a la conocida caja sorda, o microcámara de insonorización. Ya he mencionado en otros artículos que, cuando el micrófono se encuentra dentro de la caja sorda, la voz del operador no queda registrada. Por ello, la posibilidad de que actúen lo que denominamos ondas de presión (efecto acústico) adulterando las grabaciones dándonos falsas interpretaciones, es prácticamente del todo imposible.

Trabajando en estas condiciones de aislamiento acústico, realicé pruebas durante tres noches. A la cuarta, y cuando el desaliento empezaba a embargarme, obtuve una nueva inclusión. La voz grabada era claramente de mujer, y por cierto, no era la primera vez que contestaba a mis preguntas.

De momento parecía quedar aclarado, que mi presencia «consciente» no era imprescindible, ya que trabajando el «cassette» mecánica e impersonalmente, se obtenían grabaciones psicofónicas. Quedaba todavía en el aire, y por lo tanto existía la duda de si la grabación era inteligente o no, o sea, de si por este método impersonal, se podrían obtener grabaciones cuyos valores correspondieran a preguntas concretas. Para intentar aclarar este punto en lo posible, operé de la forma siguiente:

En una cinta virgen, grabé preguntas diversas a intervalos de cinco minutos. Esta cinta la coloqué en un cassette, con las teclas de reproducción pisadas, y este aparato junto a otro en condiciones de grabación. Ambos aparatos conectados al reloj-contador, y por lo tanto mandados al unísono por éste. Así a una hora determinada ambos «cassettes» se pusieron en marcha, uno emitiendo preguntas y el otro registrándolas. En esta ocasión actué a micrófono abierto, pues de haber estado colocado en la cámara sorda, las preguntas no hubieran quedado registradas. Como siempre la prueba fue programada para que se realizara de madrugada, en esta ocasión a las cinco y media de la madrugada del sábado 24 de marzo (3). Mi sorpresa fue grande cuando al pasar a la escucha el día siguiente, oí segundos antes de que se grabara la primera pregunta, una voz varonil que limpiamente y con tono de reproche decía.

«SI TÚ NO ESTÁS»

El resto de la cinta, no contenía ninguna inclusión contestando a las preguntas previamente grabadas. El resultado obtenido, indudablemente encierra cierto contenido inteligente, pero en realidad no encaja en el marco de las pruebas que se realizaban.

Durante cinco días más se hicieron pruebas en las condiciones ya explicadas, sin obtener ninguna contestación, por ello dejé de realizar más «tentativas» durante un par de semanas. Transcurridas éstas, empecé nuevamente la experimentación con el firme deseo de no cejar hasta llegar a una conclusión... por fin, después de varios días de ensayar obtuve el resultado apetecido, más bien dicho, deseado. Obtuve inclusiones que contestaban limpiamente y sin ninguna duda, a las preguntas realizadas por el «cassette» emisor. Así por ejemplo:

PREGUNTA: ¿Es necesario nuestra presencia?

CONTESTACIÓN: Claro que no.

PREGUNTA: ¿Os molesta esta forma de experimentar?

CONTESTACIÓN: No es atractiva.

PREGUNTA: ¿Quiénes sois?

CONTESTACIÓN: No seas curioso.

Conseguidos los alentadores resultados expuestos, en los que realmente existe una relación entre pregunta y contestación, inicié una nueva serie de pruebas. En esta ocasión coloqué el micrófono en la cámara sorda o de insonorización. Claro está, por este sistema la pregunta formulada mediante el aparato emisor, no queda registrada en el grabador o receptor, pero como sea que las preguntas se realizan a intervalos de cinco minutos, cronometrando las grabaciones obtenidas, sabemos con toda seguridad a qué pregunta corresponde la «inclusión».

Son ya varios los meses que vengo experimentando en la forma expuesta, y por lo tanto varios los resultados obtenidos, resultados que francamente son sorprendentes.

Mi único deseo al exponer estas técnicas, es el mero hecho de que quisiera que otros experimentadores confirmaran estos métodos, que tienden a demostrar la NO imprescindible presencia física, de quien realiza las pruebas.

Por último añadiré, que en los actuales ensayos vengo empleando la técnica del «doble ciego» para realizar las preguntas. Esto es, una tercera persona a la que yo no conozco, graba diez preguntas en diferentes cintas —preguntas que yo no conozco— y estas cintas llegan a mis manos por mediación de una amistad común, que a su vez desconoce igualmente las preguntas, y ellos desconocen el día y momento en que realizaré el ensayo, con lo que queda eliminada toda posible influencia personal mía sobre las cintas. Este sistema es algo más complejo, pero indudablemente encierra unas garantías técnicas nada despreciables.

Sinesio Darnell

(1) Ediciones Petronio, S.A. 1979
(2) Su habitual asesor en temas de electrónica el técnico de R.T.V.E. Miguel Figueras Degà
(3) Aunque el artículo se publicó en septiembre de 1980 Sinesio está hablando de una investigación realizada en 1979

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