domingo, 1 de julio de 1979

Teorizando: La Interfase…

Artículo escrito por Sinesio Darnell para la revista Karma-7, número 80-81, Julio y Agosto de 1979.

Víctor Estrada


Teorizando: La Interfase…

En el mundo de lo paranormal por desgracia y hasta el momento, nos movemos sólo dentro de lo hipotético. La parapsicología no ha conseguido formular principios, ni establecer leyes a las cuales se ciñan los fenómenos observados. Sí hay, ciertas circunstancias establecidas, pero son totalmente ineficaces o incompletas, para poder establecer unos fundamentos.

Nos movemos continuamente en el campo de lo «posible», y lo posible nos hace navegar un tanto desorientados, en busca de un lugar donde poder anclar nuestras ideas con cierta seguridad. Pero mientras no encontremos este suelo firme, nos es permitido razonar a nuestro gusto, cotejando el material del cual podemos echar mano.

Sistemáticamente se intenta destruir todo aquello que suponga «algo» no explicable, mediante una terminología fuera de lugar. Me refiero, que de continuo empleamos los términos: magnetismo, electromagnetismo, vibraciones, ondas, campos de interferencia, etc., etc., cuando en realidad la fenomenología paranormal no tiene nada que ver, con el significado clásico de estas expresiones o vocablos. Es cierto que la parapsicología ha ido formando su lenguaje técnico, o denominaciones que clasifican los fenómenos, pero no son útiles para definir la causa que los motiva. Pero como la realidad se impone, hemos de admitir que no disponemos de otro vocabulario, y que por lo tanto nos vemos en la necesidad de emplearlo. Pero quisiera dejar claro, que su académico contenido no corresponde a la realidad de la temática que nos ocupa, siendo en realidad un simple sinónimo.

Pero volvamos a ese «algo» que hemos mencionado anteriormente. En un artículo publicado en esta misma revista, hacía referencia a las «imposibilidades posibles». Indudablemente en las presentes líneas nos encontramos ante un tema, que para unos resultará una imposibilidad, mientras que para otros será todo lo contrario.

Las investigaciones realizadas por el Dr. Raymond A. Moody, Jr. y que han llegado al conocimiento del público a través de sus obras: Vida después de la Vida, y Reflexiones de la Vida después de la Vida (editados en España, por EDAF) han producido un verdadero impacto en la mentalidad de muchos. Tratan sus experiencias sobre aquellas personas, que clínicamente fueron considerados difuntas y que más tarde, mediante diferentes tratamientos de reanimación volvieron a la vida. Todas estas personas describen y narran las mismas sensaciones, extracorpóreas. Sería muy largo comentar las características esenciales de estas experiencias, sólo una de ellas nos interesa como ya veremos. Pero antes de seguir adelante quisiera hacer resaltar el hecho, de que a partir de que A. Moody dio a conocer sus experiencias, otros médicos, otros doctores han salido a la luz, comunicando que en sus años de experiencia profesional, han tenido multitud de casos que reafirman los expuestos por el citado autor. Casos que estos doctores no exponían, quizás por temor a ser calificados de «acientíficos», pero que ahora, rota ya la línea del silencio, no tienen motivo alguno para callarse.

En el segundo título de las obras de A. Moody, queda expuesto que alguno de los «regresados» mencionan una zona «gris». Aclaremos; según los entrevistados —no siempre— después de verse, o de ver mejor dicho sus cuerpos inertes, ya que han salido de él, se sienten arrastrados por un túnel oscuro, al final del cual una intensa luz blanca que los deslumbra, les espera comunicándoles una gran sensación de paz, ahora bien, antes de llegar a esta zona atraviesan otra donde pueden ver, perfiles humanos amorfos y deambulantes, que parecen más atraídos por la fase terrena, que por la etérea y luminosa que se percibe más allá de esta zona. A esta zona que parece tener concordancia con ciertas explicaciones de índole esotérica, e incluso dentro de la Iglesia judeocristiana, la denomino «interfase». Vuelvo aquí, a emplear una expresión que sin ser la real, puede ser algo representativa.

Esta interfase o tierra de nadie, es posiblemente aquella zona donde los no desprendidos de la atracción terrena, quedan detenidos para que lenta y costosamente, sin noción del tiempo —ya que no existe—, se depuren o se desprendan de las cargas y apetencias materiales que han arrastrado en su muerte. Algo así como un «purgatorio» o zona de bajos astrales. Moody en las páginas 42 y 43 de su obra Reflexiones sobre la Vida después de la Vida nos dice: «No parecían estar conscientes de nada, ni del mundo físico ni del espiritual. Era como si estuvieran atrapados el uno al otro. En un lugar ni espiritual ni físico como un nivel intermedio entre ambos…»

Dos líquidos no miscibles, como pueden ser agua y aceite forman dos fases, una la acuosa y otra la lípida. La zona de contacto entre ambas se puede denominar «interfase». Cualquier partícula no mojable y de densidad menor a la del agua se encontraría en la superficie y si además tiene unas constantes liposolubles muy lentas, permanecería durante largo tiempo en la zona de contacto entre los dos líquidos (fases) sin pertenecer ni a uno ni a otro. Indudablemente estas partículas, al no romper las tensiones superficiales de ambos líquidos, quedan retenidas entre las dos superficies produciendo alteraciones en la horizontalidad de ambas. Continuando en nuestra divagación, podemos imaginarnos que la primera capa lineal de moléculas grasas corresponden al plano astral más bajo, zona donde por decantación, se acumularían partículas de materiales más densos que hubieren en suspensión en la fase grasa (bajos astrales).

Basándonos en este simplificadísimo ejemplo, podemos aceptar que la vida física supone una fase y la vida después de la vida, sería la otra fase. Dos fases formadas por dos tipos de vida no «miscibles», como las dos fases de los líquidos ya mencionados. Deducimos que el salto entre una y otra forma de vida, debe de realizarse atravesando una «interfase» o tierra de nadie.

Al igual que entre las lineales capas moleculares de los líquidos puestos como ejemplo, podían quedar partículas que distorsionaran sus superficies, hasta el momento de integrarse a una de las fases, y siguiendo nuestra teorización cabría admitir que en la interfase de las dos vidas, y por causas no definidas podrían quedar —la denominación empleada no importa— almas, restos anímicos, cascarones, cuerpos astrales, etc., etc. Que sin estar incorporadas a ninguna de las dos vidas, sí podrían influir en los límites de éstas, o bien proporcionar cierta incoherente información de una fase a otra. Algo así, como el viajero que encontrándose retenido en un puesto fronterizo tiene por ello una muy pobre visión, del «país» al que se dirige, incluso llegando a conclusiones falseadas del mismo.

De lo expuesto podríamos apuntar la idea o teoría, de que algunos de los fenómenos paranormales o sus efectos podrían emanar de esta «tierra de nadie». Las apariciones fantasmagóricas, las visiones materializares y capaces de impresionar las placas fotográficas, las psicofonías y una larga serie de etcéteras, encontrarían su motivación en la «interfase» de las dos vidas. Los «entes» colocados en ella, captarían de un modo vago información de la fase no física, y al no estar totalmente desconectados del mundo carnal, harían llegar a éste una información algo deformada por la percepción y formación individual del ente.

Zona de tinieblas, túnel negro, fase gris todo ello podría corresponder a la interfase. Lugar sin ser lugar, en el cual deambula perdido y anodinamente el fantasma, cascarón anímico o resto, que conservando cierta ligazón con nuestro plano, le resulta difícil el incorporarse de un modo definitivo, a la otra fase.

Cuando psicofónicamente hacemos preguntas con referencia a ese «estadio de vida incorpórea», las contestaciones no son siempre claras, por el contrario, en más de una ocasión son divagatorias, por ejemplo a la pregunta de ¿cómo es el Más Allá? obtenemos las siguientes contestaciones: Es diferente…, aún no estoy..., luego sabré..., o simplemente, no sé. Estas contestaciones, y si realmente la psicofonía procede de los que ya se fueron, o como afirman los esotéricos de sus restos anímicos o cascarones, demostrarían claramente encontrarse en una frontera o estado intermedio. Frontera o estado intermedio que correspondería a la mencionada «interfase».

Igualmente ocurre con muchas comunicaciones mediúmnicas (?), ya que podemos observar en más de una ocasión un gran número de contradicciones, que demuestran un absoluto desconocimiento en puntos muy trascendentales. Claro está, que en este último aspecto, me refiero a los casos de mediumnidad, el hecho se complica y es muy difícil llegar a una conclusión, ya que inicialmente debemos admitir la realidad de la mediumnidad. Esta realidad en el fondo está repleta de incógnitas, dada la complejidad de nuestro subconsciente.

Pero la realidad parece imponerse, si comparamos o cotejamos los principios esotéricos con los últimos adelantos de la ciencia sobre la evidencia de un Más Allá, podemos observar la casi imperiosa realidad de una «interfase», puente o frontera entre las dos vidas.


Sinesio Darnell

Revista Karma-7: Entrevista a Tomás Gilsanz

En el número 76 de la revista Karma-7, marzo de 1979, encontramos una breve pero interesante entrevista al pintor Tomás Gilsanz (1931-2016) ...