martes, 1 de julio de 1980

Evidencias de la interfase

Artículo escrito por Sinesio Darnell para la revista Karma-7, número 92-93, Julio y Agosto de 1980.

Víctor Estrada

Evidencias de la interfase

El famoso escritor André Maurois, escribió la trascendental novela «el Pesador de Almas», en la cual el Dr. James evidenciaba la pérdida de peso que experimenta el cuerpo en el momento de la muerte, llegando a poder retener y observar la paramateria energética, que escapa de los difuntos. Podría creerse que dicha novela era un tanto precognitiva, la realidad es muy otra. Cuando André Maurois, escribió la mencionada obra, en realidad hacía ya años, que investigadores clínicos habían demostrado, o al menos se habían percatado, de la inusitada pérdida de peso en el momento de la muerte.

Fue quizás esta una de las primeras noticias o hechos verificables que tendían a demostrar el escape de un «algo energético» del soporte físico (cuerpo), cuando las funciones biológicas se detenían.

Tras este hecho, podemos comentar que un gran número de experiencias han venido aportando datos sobre el fenómeno del «escape». Datos y hechos que cualquier lector curioso podrá encontrar en obras muy serias sobre la materia que nos ocupa.

Parece, por todos los datos conseguidos, que el cuerpo humano se limita a ser una perfecta organización celular, que sirve de mero continente o soporte a un principio trascendental.

Los nuevos conceptos físicos, nos anuncian categóricamente, el hecho sorprendente de que ciertas partículas subatómicas, están dotadas de psiquismo, cosa realmente escalofriante y de una trascendencia insospechada, pues ello daría al traste, con un montón de lo que hasta ahora se consideran fundamentos inamovibles.

La idea de un principio unitario de energía, de donde todo procede y a donde todo vuelve, es algo que se impone de una manera insospechada, dentro de los mismos cánones de la física más depurada. En el mundo de la química, los elementos o cuerpos simples, sufren un continuo ciclo pasando por muy diferentes eslabones, que vienen determinados por características y propiedades muy determinadas. Todo en el universo es una continua transformación, que procediendo de un punto tiende a llegar al mismo, después de un largo camino evolutivo.

Cuando en artículos anteriores a éste, hacíamos referencia al concepto de INTERFASE, definíamos a ésta, como una zona de tránsito entre la vida terrena y aquella otra, que suponemos perdura en el Más Allá.

Aceptando el «YO» existencial, conocemos un sin fin de fenómenos, en otras dimensiones o estadios de vida. Hemos de aceptar que, al igual que en el mundo físico y químico observable se produce un reciclaje de «todo». Hemos de pensar —repito— que este «Yo energético» también cumple la dinámica general del universo, incorporándose a un ciclo evolutivo. En tal caso, esta vida y la otra, no son más que eslabones, y por tanto la INTERFASE, sería, al igual, un eslabón más.

En una ocasión se comentó que en Parapsicología, lo que está a la orden del día es la teorización, y en realidad así es, ya que si realmente conocemos un sin fin de fenómenos, desconocemos casi por completo la motivación y procedencia de los mismos. El concepto interfase viene a calmar un tanto las agitadas aguas de la controversia apasionada puesto que tiende sus manos a los cientifistas y animistas, así como a los trascendentales. Para una mayor información sobre esta teoría, remito al lector al número 81 de la revista KARMA-7.

Aceptamos plenamente las experiencias de James Bedford y Walt Kensington, experiencias que, como todos sabemos, conducen a la confirmación del efecto Delpasse; el cual viene entre otros a demostrarnos lo que en un principio decíamos: que el cuerpo humano es sólo el continente o soporte de una energía perdurable. Los mencionados autores denominan a esa energía que escapa «psinergía» y a sus elementales componentes, quantos. Pero en la actualidad, son muchos los avances en este terreno, y conociendo el psiquismo, o posible psiquismo de algunas partículas elementales, según el profesor D. L. Lawden, llamaremos o llamamos a tales elementos componentes del YO-energético, «psicones».

La Tanatología o ciencia que estudia la muerte, no puede determinar con precisión el momento en el que realmente sobreviene la muerte, es en realidad una serie de hechos no regresivos (?) los que conducen a tal fin, pero admitamos como tal el momento en el que en el encefalograma aparece la lectura plana, que viene a demostrarnos el cese de toda actividad cerebral. En este momento, la carga de psicones se proyecta hacia fuera, abandonando el cuerpo.

Tenemos ya a los psicones liberándose del concepto tridimensional, siendo portadores de memoria y de los conocimientos adquiridos en el plano físico-terreno. Por causas que desconocemos, pero que desde el punto de vista filosófico esotérico se precisan, permanecen en la interfase por períodos de tiempo muy variable. Según el concepto, o los conceptos de las denominadas Ciencias Ocultas, la permanencia en esta zona, similar a la de los bajos astrales, está en razón directa al potencial de sus deseos, pasiones o sentimientos hacia lo que aquí han dejado.

El psicón o conjunto de los mismos, indudablemente como energías que son, pueden en determinadas ocasiones, manifestarse sobre nosotros o sobre el mundo que nos rodea, de muy diversas formas, proporcionándonos información distorsionada del lugar que proceden. Esta información llegará o puede llegar a nosotros, a través de la vista «apariciones fotografiables»; «auditivamente» y «telepática o mediúmnicamente» Sobre esta posibilidad, ya en 1954 C. J. Ducasse «formuló la hipótesis según la cual un ulterior estudio de los íntimos componentes de la materia (subpartículas), acaso podría dar, con el tiempo, una explicación de la ESP y de la psicocinesis. Dichas subpartículas, aun perteneciendo al ámbito de la física no serían físicamente materiales y se sustraerían por su naturaleza, a las comunes leyes del espacio y tiempo. Según una recientísima hipótesis de B. Hoffman, los vectores de los efectos parapsicológicos podrían ser los neutrinos.

Como vemos, hace ya años que se viene sospechando que nuestro YO- energético y consciente, pueda quedar reducido y representado por una partícula subatómica, y si bien nos puede parecer decepcionante, pensemos que a ese nivel, lo que nosotros representamos por las coordenadas espacio-tiempo, carece de todo valor.

Si la partícula que nos ocupa, y que hemos bautizado con el nombre de «psicón» conserva todo el cúmulo de sentimientos humanos, es de presumir, que cuanto mayor sea dicho cúmulo, mayor será su permanencia en la interfase, en su deseo de no perder su contacto con el plano físico, haciendo todo lo posible para contactar o manifestarse.

Con otra terminología, los tibetanos dan gran importancia a esta tierra de nadie, donde se acumulan los «entes» no desligados de lo pasional y por lo tanto reacios al tránsito a la «fase» más etérea. Ellos aseguran que esos «entes», que nosotros llamaríamos paquete cuántico, o psicones estacionados en la interfase pueden condensarse o estabilizarse, en imágenes o estatuillas y desde tales soportes físicos, proyectar sus poderes e influjos sobre los humanos. La escritora Alexandra David- Néel varió su concepto cientifista, sobre los fenómenos paranormales, cuando pudo experimentar por ella misma la influencia de ciertas imágenes o símbolos, cuando en ellos la depositan poderosas «partículas inteligentes» venidas de la INTERFASE.

Las modernas tendencias vienen a perfilar la idea, de que la INTERFASE puede ser considerada como una cinta divisoria entre las dos vidas. Zona donde quedan retenidos los quantos energéticos o psicones, según su carga pasional, y desde la cual pueden, dentro de ciertos límites, ejercer y producir ciertos efectos sobre el mundo tridimensional de tal modo, que los psicones actuantes, ponen de manifiesto cierto grado de inteligencia que nos sorprende y demuestran que no todo se debe a fríos e inamovibles principios.

Quizás dentro de no muchos años la física estructural, en colaboración con el enorme panel de posibilidades que nos ofrece la informática y ciencias afines, pueda desgarrar los velos, que envuelven los principios vivenciales, entre esta y la otra fase.


Sinesio Darnell

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